En las tardes sofocantes
de Katmandú
el sonido acompasado
de algún grillo
se torna tortuoso al recordarte
A desvelos
delirantes
aparecen tus rodillas
en el suelo
cenagoso
sobre brasas milagrosas
El alma alborotada
en continúo movimiento
seca tu sudor
amada
entre tú,mojas
mi ardiente cara
Tambores en lejanía
avisan
a extraños vigías
que al final de la luna
mi corazónse para.
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